lunes, 25 de febrero de 2013

¿Qué es el antitipo bíblico?


¿QUÉ ES EL ANTITIPO?
Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD).

El término tipo lo encontramos 16 veces en el Nuevo Testamento griego con diferentes significados (Jn. 20:25; Hch. 7:43, 44; 23:25; Ro. 5:14; 6:17; 1Co. 10:6, 11; Fil. 3:17; 1Ts. 1:7; 2Ts. 3:9; 1Ti. 4:12; Tit. 2:7; Heb. 8:5; 1P. 5:3). En 1Co. 10:6 y 11 tiene al significado que queremos considerar aquí: “Empero estas cosas fueron en figura de nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron… Y estas cosas les acontecieron en figura; y son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado.” La palabra castellana proviene del latín typus, y este del griego tupon; y el diccionario la define, en las dos primeras acepciones, como: “(1) Modelo, ejemplar; (2) símbolo representativo de algo figurado”. Se llama antitipo a la realidad del Nuevo Testamento que se corresponde con el tipo del Antiguo; aunque el término griego también se traduce “figura” en la versión castellana de la Biblia (Heb. 9.24; 1P. 3:21). (Tomado de Wikipedia).

Como se podrá ver, el término Antitipo es un término teológico, no desconocido, que se aplica al cumplimiento del sacrifico expiatorio de Cristo en el Nuevo Testamento teniendo como base las figuras o sombras veterotestamentarias, como es, en este caso, el sacrifico de animales físicamente aptos (sin defectos, o puros) de acuerdo a la ley Levítica (Lev.cap.4) para el perdón de los pecados (Lev.4:35). En Heb.10:1., el autor explica, dentro de la perspectiva de la Gracia, tomando en cuenta la vieja ley, que la sombra, es decir, los sacrificios de animales conforme al culto levítico para la expiación de los pecados vendría a ser el objeto principal para que los bienes del futuro o venideros pudieran darse y que se traducen en la muerte de Cristo para la restauración del hombre con Dios (Reconciliación: Ro.5:10; 2 Co.5:19), para la satisfacción de las demandas de acuerdo al carácter santo y justo de Dios con respecto al castigo del pecado (Propiciación: Ro.3:25), para la compra del esclavo del pecado para que sea libre (Redención: 1Co.1:13, 14), y para la consumación de la salvación de los que fueron comprados con sangre en la cruz que tienen relación con la segunda venida de Cristo al mundo:

«…así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan» (Heb.9:28; ver también Heb.9:15).

Animales selectamente puros, sin defectos, eran escogidos para el sacrificio expiatorio (Heb.9:13.), y su importancia estriba o se centra en el derramamiento de la sangre de ellos para la expiación del pecado (Heb.9:19-21). «La ofrenda de sangre del macho cabrío y el envío del otro macho cabrío al desierto proporcionaban perdón solo en el sentido de que tipificaban el sacrificio final de de Cristo (Biblia de estudio RVA Siglo XXI, basada en la RV de 1909). Así, en el Antiguo Testamento: «. . . pues según la ley todo es casi purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (Heb.9:22). Bajo el sacrificio levítico, era imposible obtener la purificación de manera completa. Es sabido que la conciencia del pecado obraba aún. Por tal causa, los sacrificios por los pecados se realizaban de manera repetitiva en el Antiguo Testamento:

«Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente año en año, hacer perfectos (completos) a los que se acercan. De otra manera, ¿no habrían dejado de ser ofrecidos? Porque los que ofrecen este culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de pecado. Sin embargo, cada año se hace memoria de los pecados con estos sacrificios, porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. . . » (Heb.10:1-4).

Por otro lado, con Cristo, el Antitipo, la posibilidad para que los pecados sean purificados es absoluta, por medio de un sacrificio único: «Luego dijo: ¡Heme aquí para hacer tu voluntad! El quita lo primero para establecer lo segundo (es decir, la ofrenda levítica de animales sacrificados: los precursores, la sombra, Heb.10:9). Es en esa voluntad que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (Heb.10:10). En otro lugar:

«Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡Cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Dios vivo» (Heb.9:14).

Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1:29) porque conceptualiza el cordero pascual (Ex.12:3), y se identifica con el macho cabrío del Día de la Expiación (Lev. 5:16). Es el Antitipo, además, del segundo macho cabrío, que era ungido con la sangre del macho cabrío sacrificado, el cual se le dejaba huir al desierto para que muriera, llevando los pecados de Israel, según esta tipología. Cristo como Cordero de Dios viene a dar expiación de los pecados de aquellos hombres que han creído en él (Jn.3:16).

«Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús...» (Heb.10:10).

Dios les bendiga por siempre, hermanos y amigos que nos visitan.

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