PENSAR INQUIETANTE
Por el Dr. Javier
Rivas Mtz (MD)
Pensaba ayer, en altas
horas de la noche, en la fidelidad inquebrantable de las Escrituras. Todo se
cumplirá al pie de la letra, reniegue quien reniegue, búrlese quien se burle de
ellas, créalo, o si es incrédulo, así será, porque Dios no es hombre para que
mienta (Num. 23:19). Podemos constatar a través de la Biblia que el fin de los
sistemas del mundo están por concluir, mientras éstos, paradójicamente, cada
vez más, se yerguen con altivez segura en un moderno progresismo que anuncia su
pronta e inevitable caída.
Vendrá el tiempo en
que Dios los derrumbará, como si fuesen un montón de ladrillos huecos que se
tumban con un insignificante golpe, y su luz arrogante será apagada como la luz
de vela que alumbra cuando se sopla sobre ella. La soberbia ha hecho creer al
mundo que Dios es innecesario para él; tristemente, caerá con toda su gloria
maldita y profana, tal como las ciudades paganas cayeron en la antigüedad por
su rebeldía absoluta contra el Dios del cielo, a pesar de la advertencia de
juicio severo en boca de los fieles y santos profetas del Altísimo Señor:
«La soberbia de tu
corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu
altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te
remontares como águila, y aunque entre estrellas pusieres tu nido, de ahí te
derribaré, dice Jehová» (Abd. 3, 4).
Pero lo más triste del
asunto, es que la Iglesia actual, no es indiferente al escrutinio Divino,
aclarando que en los tiempos muchos se apartarán de la verdadera fe, para
seguir doctrinas que no se sujetan a la voluntad del Creador, aprobando su
encubierto trasfondo demoníacos que parecen de luz, pero que su falsedad
espantosa es detectada por la certidumbre Escritural (1 Tim.4:1). Aún con la
evidencia bíblica que les hace ver su naturaleza maligna, los creyentes
ignorantes seguirán creyendo en ellas, colocándolos en un estado peligroso y
potencialmente condenatorio.
Teologías oscuramente
inciertas se han colado sigilosas en los templos cristianos, que con gusto nada
saludable, son abrazadas cómo el padre amoroso que abraza a sus hijos. El
caballo troyano satánico, hermosamente diseñado de aparente piedad, se ha
abierto dentro de las Iglesias para exhalar su iniquidad salpicada de gloria
que se mueve tan descarda e inmundamente en la vida de los creyentes, siendo
culpable los líderes eclesiales, porque ellos son los que se han encargado de
diseminar la semilla de engaño y de maldad que del caballo ha salido, sin
importarles la condición espiritual de los neófitos profesantes, a los que astutamente
se les despoja de lo poco que tienen para subsistir para provecho de los lobos
rapaces vestidos de inocentes corderitos que guían a las congregaciones con
doctrinas vagas e impuras. Estos abusos financieros y dogmáticos, serán causa
de su pronta y justificable destrucción, según 2 P.2:1-3:
«Pero hubo también
falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que
los rescató, atrayendo sobre si mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán
sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas.
Sobre los tales ya de largo la condenación no se tarda, y su perdición no se
duerme».
Claramente los textos
anteriores enseñan, que no son personas ajenas a la doctrina del Señor las
afectadas en la situación dada, sino el mismo pueblo de Dios y sus líderes que
han sido engañados con perfecto arte demoníaco, que de una manera u otra,
algunas, tratan de ser sinceras ante el Divino Hacedor.
La buena intención, si
es errada, tarde que temprano conducirá a la terrible boca del Lago consumidor
a los que creyeron amar genuinamente al Señor, si no despiertan de la narcotización
doctrinal torcida que los hace parecer robots programados para obedecer
ciegamente a los maestros que anuncian por todos los cabos la profana teología
de la prosperidad.
Hoy en día, no se
enseña en las Iglesias que el creyente verdadero es candidato seguro y obligado
de sufrir la sana doctrina (2 Tim. 4:3). Se les muestra que con Dios todo será
color de rosa, maravilloso, de materialismo abundante y de disfrute terrenal
elevado (la inversión antiescritural de Mt. 6:33). Bien dijo Pablo que los profesantes
de la fe se volverían para seguir fábulas del mundo, apartando el oído a la
verdad, pera escuchar cosas que solamente les agraden y les convengan (2
Tim.4:4), fuera del sacrificio ordenado para la obediencia y que Dios exige
cada día al cristiano ciertamente convertido. El cristianismo de hoy se ha
tornado cómodo y fútil, negligente, perezoso y sin cruz, sin seguimiento a
Cristo; que no acepta las aflicciones, ni las luchas, ni las pruebas que
producen firmeza.
Los creyentes son adulados y atrapados con
asombrosa maestría (Jud.16) en un concepto falso como hijos de Dios; se les
dice que son merecedores de todo por tal causa, lo que da lugar a creer que
Dios es un cumplidor sin salidas a sus más extraños deseos, que son mundanos y
carnales hasta la muerte (Nada saben, realmente, del concepto de Soberanía
Divina). Regularmente, así es.
El auge de este mover
pseudo cristiano a nivel mundial, no tiene nada que ver con la voluntad de
Dios, sino que los líderes hipnotizadores que lo promueven y lo componen y que
se han encargado de extender este atractivo cristianismo atrozmente desviado,
sensual, y de mercadeo, que sin lugar a dudas es una idea excelente acomodable
al corazón humano que es perverso y engañoso (Jer. 17:9). Por eso, cada día,
los prosélitos aumentan, y muchos que se dicen cristianos no son más que
mundanos que se ciñen brillante disfraz celestial («Cristo vive», dicen).
Su avivamiento, lejos
de ser la forma ideal de sujeción y de obediencia, no deja de ser un montón de
manifestaciones desordenadas emotivas que son confundidas con la Unción del
Santo Dios, que prácticamente lleva al hombre a entender su Palabra para ser
discernida correctamente y obedecida:
«Pero la unción que
vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que
nadie os enseña; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es
verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él» (1
Jn.2:27).
Su legalismo farisaico
y amenazas bíblicas mal entendidas y aplicadas les han hinchado hasta casi
reventar los bolsillos y las billeteras de tanto dinero que roban en las
Iglesias, y qué decir de las cuentas bancarias que poseen, que rebozan de todos
los centavos de los pobres creyentes ignorantes que no tienen en qué lugar
caerse muertos a causa de su pobreza.
Esto sí es el colmo de los colmos, y culpa la
tienen también los creyentes idiotizados, de un mirar totalmente horizontal,
que confían más en los lagartones de siete suelas y perros hambrientos de
billetes (por inmundos) que en el mismo Dios que da paz y libertad, y que suple
cualquier cosa, que conforme a su voluntad, bendice como quiere, y no sólo al
creyente, sino además a los injustos, aunque muchos no lo crean (Mt.5:45). Su
temor, mal infundado por manipulación bíblica y que es ofensiva para Dios, es
factor de importancia para la ocasión de enriquecer a quienes se han burlado de
ellos para semejante fin. Muy lejos, tan siquiera, de tener algo personal
contra estas personas religiosamente pervertidas, la finalidad en la página es
hacer ver con claridad al creyente la mentira que está profetizada para los
últimos tiempos y que se cumple con estos devastadores de la salvación que se
encuentran bajo el yugo y el control del destructivo Satanás.
Para nosotros, los que
trabajamos como vigilantes incansables en el blog, es en verdad triste el ver
que tantos se estén apartando del camino salvífico por la incapacidad que
tienen para poder distinguir entre lo mundano y lo de Dios. El diablo es sutil
para el engaño, y el creyente mal preparado fácilmente caerá en sus fuertes
lazos para ser dirigido por las rutas que llevan al Infierno de Fuego.
De manera parecida a
lo que pasó en un principio con los creyentes de la Iglesia Romanista cuando se
les daban las misas en latín y que no tenían acceso a las Escrituras (Para
dejarlos ignorantes del precepto bíblico, aunque aún siguen timados en tantas
formas de mentira, a pesar de tener biblias), hogaño los creyentes no tienen
acceso a las Escrituras (aún teniéndolas en sus casas, bajo una capa densa de
polvo de días, y que son desempolvadas en los días de culto solamente) porque
han depositado la confianza en los que dictan sus propios decretos y prédicas
sincretizadas y erradas, así, que ¿Cuál es el caso de ir a las Escrituras si
tenemos súper pastores y evangelistas ungidos que nos enseñan bien lo de
Arriba?
Pregúnteles, mi
querido lector, si es convertido, a dos o más, y que le contesten con
sinceridad, cuál es el número de veces que leen regularmente la Biblia, no digo
en un día, sino por semana. Los promedios son conocidos, y fatalmente, pocos
creyentes aman su lectura. Mis respetos para el viejo diablo; es muy bueno para
embaucar, no en vano es llamado «Padre de Mentira» (Jn.8:44).
El mundo marcha con
pasos apresurados al mayor conflicto de oscuridad terrenal. Se presagia
bíblicamente una Gran Tribulación de escalas extremas, cómo nunca en la Tierra
se ha visto, y es lógico, que cada día, no estaremos mucho mejor en ella
(Mt.24:21). Ante todas las cosas, Cristo en el Monte de los Olivos, advirtió a
sus apóstoles, y a nosotros, del engaño religioso que vendría después (Mt.24:4,
5) y que va casi de la mano con la aparición de la Gran Tribulación Final. Esto
nos muestra, que los tiempos últimos casi llegan a su fin. Ahora, este engaño
ha entrado en las Iglesias, y sus promotores infernales, como Benny Hinn, Cash
Luna, los Copeland, Morris Cerullo, y tantos otros más que caminan dando tumbos
por la misma «banqueta» y que con harta seguridad, sin retractarme nunca,
pondrán muchos a «nadar» fatídicamente en las ondeantes y temibles llamas del
Lago de Fuego.
Así también vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios
(Lc.21:31).
Dios les bendiga
hermanos y amigos siempre.
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