Las denominaciones no son necesarias
Edwin Mauricio Alza
La iglesia evangélica heredera de los reformadores del siglo XVI está conformada por muchas denominaciones, la mayoría de ellas tienen como origen común el seno de la iglesia Anglicana o catolicismo inglés. Es comprensible que en la mente de los asociados a las denominaciones esté la convicción que ser cristiano significa pertenecer a cualquiera de estas instituciones y tener celo por ellas, después de todo la denominación que ganó la popularidad desde el tercer siglo fue la iglesia católica romana la que con un sistema violento y férreo dominó el mundo occidental en forma de monopolio religioso por más de 1200 años hasta la reforma protestante.
Las denominaciones nacieron de divisiones de otras más antiguas, algunas de esas divisiones tuvieron motivaciones egoístas pero otras con intenciones de restaurar la visión perdida por sus antecesores. Casi siempre las denominaciones quieren reclutar al converso para que milite según su intrincada forma de vivir la religión, algunas someten al captado a una instrucción para que le quede claro como quiere la denominación que actúe en la vida diaria, otras simplemente esperan absorverlo por la presión de grupo poco a poco.
Hay denominaciones que permiten a sus miembros tomar decisiones propias de acuerdo a su conciencia en la mayoría de cosas con las consabidas pérdidas de membresía debido a que el individuo llega a entender que no necesita una denominación para pertenecer al cuerpo de Cristo.
Pero también existen las que se dan cuenta que necesitan decidir por el creyente y no dejar estas decisiones a la conciencia para poder mantener cautivas a las personas, saben que el éxito libre de éxodo es la dictadura. No se debe juzgar mal a los adeptos de estas denominaciones porque a final de cuentas son el producto de un adoctrinamiento alienante, recordemos que la iniciación en una religión es como volver a ser niño y aprender todo de nuevo. Esto prepara al individuo para que se someta a cosas de los más ridículas.
Existen denominaciones donde una mujer debe dejar de usar desodorante o perfume, en otra no puede bautizarse hasta que le crezca el cabello o los varones deben prometer no usar barba nunca más. Cuando llegan a ser miembros se les dice que deben usar camisa de mangas y corbata para los servicios, las camisas de mangas cortas son mundanas para algunos, el miembro que rehuse someterse perderá sus derechos y recibirá el menosprecio de la comunidad, la hermana puede ser mal vista si usa ropa deportiva para entrenar a sus alumnos o si participa de una cena navideña, si recorta algunos centímetros de cabello o si no diezma. Seguramente algún dirigente dirá que no obligan a nadie a ser miembro en su denominación, pero lo cierto es que exigir lo que Dios no exige es caer bajo los ayes que Jesús pronunció contra los fariseos, es hacer tropezar a los gentiles.
Lo cierto es que si no existiera ninguna denominación en la tierra el cuerpo de Cristo sí existiría, el mínimo para que la iglesia sea una realidad es la reunión de dos creyentes que se edifiquen en la fe del Mesías Jesús. Que maravilloso es que dos familias se reúnan para adorar a Dios e inviten a un hermano apto para enseñar y así estudiar la Biblia. La denominación por su puesto no es anti bíblica siempre y cuando no atente contra la libertad de conciencia del miembro.
La iglesia evangélica heredera de los reformadores del siglo XVI está conformada por muchas denominaciones, la mayoría de ellas tienen como origen común el seno de la iglesia Anglicana o catolicismo inglés. Es comprensible que en la mente de los asociados a las denominaciones esté la convicción que ser cristiano significa pertenecer a cualquiera de estas instituciones y tener celo por ellas, después de todo la denominación que ganó la popularidad desde el tercer siglo fue la iglesia católica romana la que con un sistema violento y férreo dominó el mundo occidental en forma de monopolio religioso por más de 1200 años hasta la reforma protestante.
Las denominaciones nacieron de divisiones de otras más antiguas, algunas de esas divisiones tuvieron motivaciones egoístas pero otras con intenciones de restaurar la visión perdida por sus antecesores. Casi siempre las denominaciones quieren reclutar al converso para que milite según su intrincada forma de vivir la religión, algunas someten al captado a una instrucción para que le quede claro como quiere la denominación que actúe en la vida diaria, otras simplemente esperan absorverlo por la presión de grupo poco a poco.
Hay denominaciones que permiten a sus miembros tomar decisiones propias de acuerdo a su conciencia en la mayoría de cosas con las consabidas pérdidas de membresía debido a que el individuo llega a entender que no necesita una denominación para pertenecer al cuerpo de Cristo.
Pero también existen las que se dan cuenta que necesitan decidir por el creyente y no dejar estas decisiones a la conciencia para poder mantener cautivas a las personas, saben que el éxito libre de éxodo es la dictadura. No se debe juzgar mal a los adeptos de estas denominaciones porque a final de cuentas son el producto de un adoctrinamiento alienante, recordemos que la iniciación en una religión es como volver a ser niño y aprender todo de nuevo. Esto prepara al individuo para que se someta a cosas de los más ridículas.
Existen denominaciones donde una mujer debe dejar de usar desodorante o perfume, en otra no puede bautizarse hasta que le crezca el cabello o los varones deben prometer no usar barba nunca más. Cuando llegan a ser miembros se les dice que deben usar camisa de mangas y corbata para los servicios, las camisas de mangas cortas son mundanas para algunos, el miembro que rehuse someterse perderá sus derechos y recibirá el menosprecio de la comunidad, la hermana puede ser mal vista si usa ropa deportiva para entrenar a sus alumnos o si participa de una cena navideña, si recorta algunos centímetros de cabello o si no diezma. Seguramente algún dirigente dirá que no obligan a nadie a ser miembro en su denominación, pero lo cierto es que exigir lo que Dios no exige es caer bajo los ayes que Jesús pronunció contra los fariseos, es hacer tropezar a los gentiles.
Lo cierto es que si no existiera ninguna denominación en la tierra el cuerpo de Cristo sí existiría, el mínimo para que la iglesia sea una realidad es la reunión de dos creyentes que se edifiquen en la fe del Mesías Jesús. Que maravilloso es que dos familias se reúnan para adorar a Dios e inviten a un hermano apto para enseñar y así estudiar la Biblia. La denominación por su puesto no es anti bíblica siempre y cuando no atente contra la libertad de conciencia del miembro.
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